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«La Pulla»: La periodista colombiana que rompe esquemas en YouTube

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Desde marzo del 2016, María Paulina Baena encarna “La Pulla”, el programa de YouTube que creó un equipo del diario colombiano “El Espectador”.

Soy una mujer periodista. Me define mi emocionalidad, lo cual se evidencia en el formato de “La Pulla”, que pueden ver en YouTube, porque hablamos de cosas que nos dan rabia desde el fondo del alma y que las plasmamos con rigurosidad periodística.

Por: Mirelis Morales Tovar

Ella habla sin tapujos. Con un tono insolente y una actitud desafiante. Lo hace mirando de frente a la cámara, vestida de saco y corbata negra, sentada tras un escritorio, frente a un micrófono. Desde esa tribuna, descose cualquier tema sin medir gritos, insultos o groserías.

Así es “La Pulla”, el programa de YouTube que creó un equipo del diario colombiano “El Espectador” y que encarna la periodista María Paulina Baena desde marzo del 2016. A la fecha, “La Pulla” se ha convertido en un fenómeno viral que genera críticas entre los defensores de la vieja escuela y reconocimiento por parte del público joven, lo que le valió el Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar en el 2017.

—¿Con qué paradigmas del periodismo rompen?
El más claro para mí es que rompe con aquello que nos había enseñado la vieja escuela de que uno tiene que tomar distancia. Eso es antinatural, porque los periodistas somos humanos, nos involucramos y nos duelen las cosas. “La Pulla”, además, contradice aquello de que debemos ser cautos con el lenguaje. Rompemos con la neutralidad de las noticias a través del tono. Por lo cual nos han criticado un resto, porque somos inmamables [insoportables]. Así como también con los estereotipos de la mujer de televisión. Pues si tú miras un capítulo te das cuenta de que «La Pulla» es todo, menos perfecta.

—Se dice que La Pulla cuestiona el papel de los grandes medios. ¿No resulta contradictorio sabiendo que responde a la línea editorial de “El Espectador”?
A veces me gustaría hablar de estos temas sin estar en “El Espectador”, pero también creo que esa contradicción es interesante. “El Espectador” es uno de los grandes medios de Colombia. Y a pesar de sus intereses, nunca ha dejado de tratar un tema. Nunca nos ha censurado nada. Esa es la legitimidad que tenemos como equipo. En el momento que nos digan: “Este tema no lo hagan”, “La Pulla” dejará de ser “La Pulla”.

—El periodismo en Colombia está cundido de vacas sagradas. ¿Cuál fue la respuesta de estas grandes figuras?
El director de “El Espectador”, Fidel Cano, cuenta anécdotas muy chistosas de cuando comenzó “La Pulla” y algunos de la junta directiva preguntaban quién era esa niñita que gritaba, por qué salía a decir groserías. Éramos como un gargajo para esta redacción. Ante esos comentarios, el director les dijo: “Oiga, esto no está hecho para ustedes. Esto es para atraer nuevos públicos”. Al final nos dimos cuenta de que a todos estos personajes lo que les molestaba era el cómo de “La Pulla”, no el qué.

—¿Qué le responde a quienes dicen que son un ejemplo de antiperiodismo?
Eso es lo más desfachatado del mundo, el equipo se apoya en las bases del periodismo tradicional. Algo que no se tranza es que no seamos rigurosos. La gente cree que yo me siento en ese escritorio y empiezo a decir estupideces. Eso no es así. Construir ese guion es un camello [trabajo] y eso creo que no tiene nada de antiperiodismo.

—Sin embargo, llamar “hipócrita” al procurador no es precisamente una práctica periodística aceptada.
Quién dijo que eso no se podía decir. No sé si es que estamos muy pegados a los manuales periodísticos, pero cuando decimos algo no lo estamos diciendo por decir. Si llamamos al procurador hipócrita es porque tenemos pruebas. Claro que son acusaciones fuertes. No es a la ligera. Es una forma de llamar la atención y decir que no estamos de acuerdo con esto.

—Entonces “La Pulla” sigue el principio: no importa que hablen bien o que hablen mal, lo que importa es que hablen.
No te miento cuando digo que nos cogió por sorpresa este fenómeno y cuando comenzamos a ser virales nos asustamos un poco. Pero nuestro objetivo no era vamos a darles de qué hablar, sino cómo nos conectamos con los jóvenes, y pues resultó como decimos acá: pegándole al perro un poquito.

—A tal punto que el Gobierno sacó “La Contrapulla”…
Nosotros nos quedamos boquiabiertos. Imagínate este panorama, que en la segunda pulla, cuando todavía éramos unos novatos, nos llamaron para decirnos que desde la presidencia hicieron un video para darnos una respuesta. ¿Eso cuándo ha pasado? Aquello nos dio pie para seguir haciendo más pullas y ver que el debate podía ser de esa forma, sin hacernos daño y exponiendo los argumentos de las dos partes, y que la gente se formara una opinión.

—¿Por qué esa necesidad de generar más debates? ¿El conflicto los había silenciado?
El conflicto no solo nos pasmó y adormiló, sino que no nos dejaba hablar desde la emoción. Y eso fue lo que nosotros quisimos recuperar. Aquí no nos podíamos poner bravos en una época tan caliente. La gente te decía: “No, hábleme pasito, con cautela. Hijoepucha, no, a mí la guerra me duele y mis muertos me duelen”. Por eso tomamos una postura crítica y de frente.

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